"Si negaras mi presencia en tu vivir
Bastaría con abrazarte y conversar
Tanta vida yo te di
Que por fuerza llevas ya sabor a mi"
Qué extraña que es la sensación de vacío, extraña e inquietante. Si a eso le sumamos el monstruoso cosmos virtual y hacemos viajes a través del no-tiempo-no-espacio de la red, de repente nos enfrentamos a un cuadro curioso respecto al vacío: la muerte digital. Hablo de eliminar ese Yo-virtual que habita en nuestros perfiles en línea y con él todo tipo de memoria y afecto residual que lo acompaña. Y entonces, quienes somos presos de la nostalgia y pensamos demasiado las cosas, habitamos viejos recuerdos a través de Facebook y nos topamos a nosotros mismos hablando solos, o hablando a un abismo, abrazando a Usuario Desconocido, chateando con un fantasma o simplemente diciendo un Te Amo a la nada. Lo más interesante y preocupante aún es que una de las características del Yo-virtual es su multiplicidad. Es decir: en las redes sociales los muertos SÍ resucitan. Y cuando resucitan no cuentan con recuerdos. Su pasado no existe. Estos zombies virtuales escriben desde cero su diario/celda cortando con anteriores nexos y generando otros nuevos. Aunque bien es cierto que sus características no son tan propias de un zombie, sino de algún tipo de ente reencarnado en datos numéricos. La cuestión, al fin y al cabo, es que el proceso se puede repetir cuantas veces sea necesario para perpetuarse en la ilusión de la eternidad digital y escapar. El vacío digital es una metáfora curiosa del vacío dentro de la realidad validada. Se trata de lo mismo: la no presencia de algo o alguien en un espacio (o no-espacio-virtual) que antes era habitado.

Sin embargo, en la vida real escapar no es tan sencillo y olvidar lo es mucho menos ¿O sí? Es entonces cuando el vacío se torna un tema inquietante, porque de alguna manera hay personas capaces de morir en vida, eliminando junto a ellos sus recuerdos, para resucitar luego sin memoria. Como si de repente se sometieran a una autolobotomía, o eliminación selectiva de datos en su cabeza (Sí, a lo Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) lo cual me resulta un tema muy interesante. O bien podría tratarse de que algunas personas, en su incapacidad de afrontar sus cagadas, defectos, trastornos, miedos y errores, toman la cuestionable decisión de escapar y nunca más volver. Dejando un vacío. Una sensación de abismo que uno creería que solo se podría lograr con la muerte. Y es extrañísimo porque su cuerpo está ahí, pero nadie lo habita.

Guayaquil, 13 de noviembre del 2016